Abbildungen der Seite
PDF
EPUB

THE STATUS FORMULAS FROM A PERSPECTIVE OF JUSTICE

As a peace oriented movement, our major concern with each of the status formulas being considered for inclusion in a plebiscite ballot is that justice may prevail, that the Puerto Rican people are not to be deprived of their rights as a nationality, that they are entitled to the pursuit of happiness, that their language and culture are respected and protected and that they are not to be limited in their right to be genuinely represented and to participate in the processes of the body politic, particularly in matters and issues that affect them directly.

JUSTICE UNDER INDEPENDENCE

[ocr errors]

An Independence-bound Puerto Rico deserves a just
treatment and an upfront compensation to ease its way out of
dependence. It cannot be left astray like a dingy on the sea.
Special arrangements in matters like travel rights, currency,
acqquired social rights, trade agreements, citizenship and other
issues should be worked out as part of the Transition treaties.

The Free Associated State option, as defined by its sponsors is
subject to evaluation in terms of its compatibility with the USA
constitutional order. The issue of sovereignty has to be
clarified.

Statehood as defined in the bill and as we know it --with
English as a common language of all states and all citizens.,
allowing no individual representation in olympic and
international events does pose a scenario of potential injustices
toward a large majority (80%) of Puerto Ricans who would be
excluded from holding public office except at municipal levels.
This might lead to eventual conflict.

Being English the only language in Congress and the federal
Government, Puerto Ricans that do not have a full dominion of
English would be totally unable to aspire to a congressional or
federal position.

This could be remedied by providing translation services at
Congress and Federal level offices.

LA INTERVENCION
DE LOS
ESTADOS UNIDOS
EN PUERTO RICO

A un siglo de la invasión,
una evaluación de su impacto
y un llamado a la responsabilidad

[graphic]

UNA DECLARACION DE PAX CHRISTI / PUERTO RICO
SECCION NACIONAL DE PAX CHRISTI INTERNACIONAL

presentada por Juan Antonio Agostini, Portavoz de la Junta Directiva de la sección nacional ante el Comité de Recursos de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América, el sábado 19 de abril de 1997 en San Juan, Puerto Rico.

Distinguidos visitantes, bienvenidos a nuestro país.

Que la PAZ basada en la JUSTICIA y en la RECONCILIACION sea el resultado final de este proceso de diálogo

que hoy nos reúne y nos enfrenta.

La iglesia San José data del año 1537. Es la más antigua de Puerto Rico. Hoy, al trabajar por la autodeterminación para nuestro pueblo, miremos este monumento como un símbolo memorable del impacto que ha tenido sobre la vida de nuestra gente la intervención de los Estados Unidos en nuestra tierra.

Hasta 1898, esta histórica capilla había sido testigo de cómo se había plasmado durante siglos una nacionalidad distinta, consciente y orgullosa de sí misma: la nacionalidad puertorriqueña.

La madrugada del 12 de mayo de aquel año, esa misma iglesia fue también testigo de cómo 11 barcos del Escuadrón del Atlántico Norte de Estados Unidos bombardearon durante más de 3 horas nuestra ciudad de San Juan.

Más de 1,300 cañonazos erráticos, ocasionaron pocas muertes, pero, causaron daño considerable a importantes edificaciones. Una de ellas fue la Iglesia San José, alcanzada y penetrada por balas de mortero que le abrieron un enorme agujero en su fachada.

Poco después --el 25 de julio-- las tropas del General Miles nos invadieron por Guánica. No hubo un plebiscito, ni un referéndum, ni una ley del Congreso, ni un pacto bilateral. Bombardeo invasión constituyeron el primer impacto de la intervención de Estados Unidos en Puerto Rico.

e

Hoy, al repensar el siglo, se ve claramente que la razón principal para la presencia y permanencia de Estados Unidos en Puerto Rico ha sido el militarismo. Hasta cambios que se proclamaron como pasos de desarrollo político --independientemente de cualesquiera otros beneficios derivados de los mismos-- se dieron en función de los intereses militares norteamericanos. Dos ejemplos:

•En 1917, con la ciudadanía estadounidense nos llegó también el reclutamiento militar de jóvenes puertorriqueños en la Primera Guerra Mundial y, por supuesto, en las demás guerras que siguieron.

En 1952, se proclama el Estado Libre Asociado como el fin del colonialismo (que hoy seguimos discutiendo) y amparado en eso Estados Unidos pide y consigue que las Naciones Unidas retiren a Puerto Rico de la lista de territorios coloniales y los eximan a ellos de tener que rendir más informes sobre su administración de Puerto Rico

Cuando nos percatamos de que para esos mismos años --en plena Guerra Fría-- Estados Unidos realizaba una gigantesca expansión de sus instalaciones militares en Puerto Rico, vemos que el objetivo principal no era descolonizar --que no se hizo-- sino conseguir que si se consiguió-- que la ONU relevara a Estados Unidos de hacer informes sobre su administración militar en Puerto Rico, para no poner esa información al alcance de la Unión Soviética y China, sus contrapartes en la Guerra Fría.

Pero no es sólo el militarismo. Toda la vida puertorriqueña está impactada por la presencia e influencia del poderío norteamericano, con el Congreso, Casa Blanca, las Cortes, el Pentágono y sus respectivas ramificaciones reteniendo --sin nuestra participación ni nuestro genuino consentimiento-- la suprema autoridad sobre comercio, industria, banca, asuntos laborales, transportación, comunicaciones, la forma de relacionarnos con otros países y otros aspectos de nuestra vida de pueblo. Esto no debe ser así.

La historia tiene prisa. Es hora de que los Estados Unidos asuman la responsabilidad histórica que contrajeron cuando nos invadieron, nos bombardearon, nos militarizaron, nos dividieron hasta el tuétano y trastornaron nuestra visión de nosotros mismos. Pero la solución no está en imponernos un plebiscito más sin darle al país las herramientas de soberanía y de consenso para entender mejor sus opciones y ejercer más libremente su derecho.

Cualquier futura consulta de status debe estar precedida por un proceso de diálogo abierto entre los poderes oficiales de Estados Unidos y los sectores de opinión organizada en Puerto Rico, incluyendo pero no limitándose a los partidos políticos. Y es preciso señalar desde ya que en un asunto tan fundamental como la autodeterminación de nuestro pueblo hay que sentar bien claramente las reglas de juego para que sean solamente los que se juegan su vida y sus suerte con este terruño quienes participen y decidan lo que somos y lo que seremos

Somos todavía una familia dividida, indecisa sobre nuestro destino. Pero en algo todos los puertorriqueños estamos en perfecto acuerdo y es en que SOMOS UN PAIS, SOMOS UN PUEBLO. Nos une la firme e inderrotable voluntad de sobrevivir y de jamas entregar o diluir nuestra propia identidad.

a

Quiera Dios que este proceso nos sirva para encontrarnos nosotros mismos y para cultivar una nueva y sana relación de amistad permanente con Estados Unidos, al igual que con otros pueblos.

Con la ayuda de Dios lo lograremos.
Muchas gracias.

43-194 97-9

Puerto Rico es un país de profundas raíces religiosas. Es precisamente esa fuerza interior --basada en la fe y en los valores universales que ésta inspira-- uno de los factores que, desde el fondo de nuestra alma de pueblo cristiano, más nos ha ayudado a preservar nuestra unidad esencial como nacionalidad, a reconocernos como nosotros mismos, y a distinguirnos como persona colectiva que --sin dejar de amar y darle la mano a nuestros prójimos de otros acentos-- se ama primero a sí misma como familia-patria y atesora corazón adentro su propia, única y diferenciada identidad entre todos los pueblos de la Tierra.

Ese amor propio por lo que somos, --que compartimos todos los que nacimos en Puerto Rico y que trasciende todas nuestras divisiones y percepciones de la realidad.-- se activa y se aviva en momentos de peligro, creando un espacio común de solidaridad, de colaboración y de búsqueda inteligente de soluciones o alternativas. Así nos damos y así nos ayudamos los unos a los otros ante la amenaza del huracán, o de la inundación o de lo que sea que ponga en peligro el pedacito de patria o la patria misma que compartimos. Hoy venimos ante ustedes para convocarles a la reflexión a la luz de ese amor propio por lo que somos para atajar la amenaza y el grave peligro que representa para Puerto Rico y para el mundo la propagación del militarismo y de todos los males que éste acarrea.

El militarismo forma parte de la cultura de muerte --como la ha llamado Su Santidad Juan Pablo II-- que desangra los presupuestos tanto de las naciones grandes como de las pequeñas. Hay palpable evidencia de los efectos del militarismo en el empobrecimiento de la Humanidad.

« ZurückWeiter »