Abbildungen der Seite
PDF
EPUB

»juicio de los demás, prometió gustosamente hacerlo asi, >> pensando ser conforme á los méritos del sujeto aunque sin > encontrar probabilidad en el asunto. Y como todos, segun > costumbre, llevaban consigo al cónclave las esquelas escri»tas, alguien por casualidad ó mejor porque la divina provi>dencia no quiere que el Pontifice sea elegido casualmente, >> dijo al Purpurado que tenia junto á si: Nunca adivinarías »por quien voy á votar hoy: y habiendo hablado un poco, le dijo el nombre. Y descubriéndose que el otro estaba dis»puesto á votar del mismo modo y corriendo el murmullo per >> muchos, inmediatamente mudaron quince sus cédulas y »quedó el de la Cueva con solos diez y siete votos (1).»

Otro historiador ocupándose de este asunto, dice: «No ol>> vidaremos la estratagema que en este mismo cónclave fué »empleada para que recayera la eleccion en el cardenal Bar»tolomé de la Cueva, español. Su conclavista, Fernando To>>rres, hombre hábil y astuto, fué un dia secretamente á la > celda de treinta y dos cardenales, rogando á uno despues de >>otro que honraran una vez en el escrutinio á su amo, que » agradeciría esta prueba aislada de aprecio y consideración. >> Cada uno de los cardenales asi solicitados, creyendo ser el >>único que complaceria á Torres, prometió su voto. Llega

(1) In habitis illic consiliis, Cardinales, quorum capita potissimum Pontificali Tiara visa sunt apta, inter Italos fuere Rudolfus Pius Carpensis, et Hercules Gonzaga Mantuanus: inter Transmontanos Pacecus et Reomanus: quamquam supra hos omnes quodam die proximus fuerit, ut eam haberet Bartholomæus á Queva, astu Ferdinandi Torres, ex ejus ad Comitia comitibus. Cum enim hic triginta duos Cardinales, quatuor nimirum supra numerum electioni necessarium, eo die dum aliqui non adhuc convenerant, separatim rogasset ut in crastina suffragatione herum suum honorario calculo ad speciem donarent, cujus virtus eo existimationis argumento ab aliquo collegarum exhibendo digna videbatur, eorum quisque, de aliis prorsus inscius, rem libenter spopondit, quam et viri merito consentaneam, et., extra omnem successus probabilitatem existimabat. Verum tamen cum omnes pro more scriptas, in sacellum schedulas secum tulissent, ex illis quidam casu, seu verius Divina providentia, quæ non vult, ut casu Pontifex eligatur, propinquo sibi Purpurato dixit, Nunquam divinares, cuinam ipse sim hodie suffragium collaturus; et paucula post verba hominem nominavit. Sed comperto, alterum quoque paratum esse ad simile suffragium, atque ita circumlato per multos murmure, quindecim illico schedas mutarunt, adeoque suffragatores Queve solum septemdecim fuere. Vera Ecumenici Concilii Tridentini... Historia.... á P. Sfortia Pallavicino, Societatis Iesu...., Lib. 14, Cap. X. n.o 3, pág. 197. (Coloniæ Agrippinæ M.DCC. XVII.)

dos á la capilla, algunos preguntaron á sus vecinos: ¿A »quien dareis el voto esta vez? Contestaron que por aquella sola vez lo darian al Cardenal de la Cueva. Descubrióse el >ardid de Torres: pero no se pudo evitar que su amo obtuvie>ra diez y siete votos entre los treinta que se necesitaban (1).»

No sé por qué han de interpretar estos dos escritores de tal manera los afanes de Fernando Torres para obtener en favor de su amo los sufragios de los Cardenales. Consta que las buenas prendas de La Cueva, las especiales condiciones de hombre de gobierno que demostró durante su estancia en Nápoles, y su mucha virtud y saber le habían proporcionado un gran renombre entre los miembros del Colegio cardenalicio; y que si no salió elegido Papa fué por una causa que á Pallavicini, como italiano, y á Artaud de Montor, como francés, les convenía ocultar; pero que no han faltado historiadores que la dijeran; véanse las palabras de Fernández de Navarrete sobre este asunto: «El gobierno del Cardenal La » Cueva (en Nápoles) fué corto, porque el Rey le envió á Roma »á que velase de cerca las intenciones de Paulo IV, que jamás »le inspiraron confianza. La muerte de este Pontífice, que >sucedió á poco, le obligó á quedarse en Roma para asistir >al cónclave y contribuir á que no fuese elegido ningun ene>migo de su Rey. En poco estuvo que no fué elegido Papa: »únicamente el ser español y muy celoso por los intereses de »España, que con esta elección hubieran aumentado su as>>cendiente sobre Italia, detuvo á los Cardenales (2).» Quien haya leído la historia del siglo XVI y del reinado de D. Felipe II, comprenderá hasta qué punto podían temer los italianos que ocupara un español la silla de San Pedro, y más si se trataba de un español tan adicto al rey Prudente como Don Bartolomé de la Cueva.

Unieron á este personaje grandes relaciones con el santo fundador de la Compañía de Jesús, Ignacio de Loyola, quien

(1) Historia de los soberanos Pontifices Romanos, por Artaud de Montor, Ex-Embajador de Francia en Roma. Traducida por D. Manuel Angelon, tomo III, pág. 247.—(Barcelona, 1858.)

(2) Fernández de Navarrete en sus notas al libro citado de Raneo, página 163.

le recuerda en una de sus cartas escrita en Roma á 20 de Agosto de 1553 á D." Luisa de Borja, hermana del santo duque de Gandia: «Una letra de V. S., dice, con otra del señor Conde (1) me dió el R.mo Cardenal de la Cueva, haciendo >>tambien de su parte el oficio que le habia encargado V. S. » acerca de ordenar al P.o Francisco de Borja viniese á Çara»goça (2).» Y acaso la amistad que siempre guardó el Cardenal al santo fundador fué un bálsamo para calmar las amarguras que le proporcionaron los enemigos de su instituto, no menos que un poderoso auxilio para contrarrestar los ataques que de todas partes se dirigían contra la ínclita Compañía.

No fueron menos especiales los lazos de amor que conservó con el santo duque de Gandia Francisco de Borja, que en 1561 pasó á Roma en calidad de Asistente de España. Así lo consigna su piadoso historiador Cienfuegos, cuando, haciendo mención de las personas que más frecuentaban el trato del santo, dice estas palabras: «Pero entre todas sobresalia mas »encendida en amor, y confianza la del Cardenal Don Bar>tholomé de la Cueva, hermano del Duque de Alburquerque, »quien dezia, que se hallava con notable desconsuelo, y con > el espíritu frio el dia que no huviesse saludado al Padre » Francisco: y deseava, que se entendiesse en Roma el cariño, » y la veneracion que le professava. Rindióse á la cama este » grande Cardenal herido de un accidente, mas prolixo, que »agudo, pero que al fin vino á derribar aquella Columna so>>bre que se sostenia la prudencia. Estava lo mas del tiempo >> con el doliente el amado Borja, y crecia con la ansia la ca>>lentura, siempre que este alivio se le dilata va por algun » caso. Aconsejóle el Santo, que dexasse sus bienes á los Hos>pitales de los incurables, haziendo herederos suyos aquellos »>infelices, y dando á Roma este exemplo de piedad en la »muerte, el que a via dado tantos de valor, y de prudencia »Christiana en la vida. Quando le fue agravando el mal le »rogó, que no saliesse de su casa, ni se apartasse un punto

»y

(1) D. Martin de Aragón, casado con D.a Luisa desde el año 1541. Sucedió en el condado de Ribagorza á su padre D. Alonso, que murió en 1550. (2) Cartas de San Ignacio de Loyola en la Exposición Histórico Europea de Madrid, publicadas por el P. Fidel Fita en el Boletin de la Real Academia de la Historia, tomo XXII, cuad. V. (Madrid, 1893.)

de doliente tan necessitado de aquel socorro, porque á su > assistencia esta va vinculado su ultimo consuelo. Executolo assi el Padre Francisco como zeloso, y fiel amigo: y poco >antes de morir embuelto en lagrimas de serenidad, incorpo>rado en su lecho, y bañado en alegria su espiritu, dezia: Yo debo tanto á la hermosa providencia, que solo por la salud. >eterna desta alma, trazó la venida de Francisco á Roma; y >ha de passar mas allá de la muerte fixo en mi espiritu este »consuelo de verme morir en brazos de un Santo, y que mi >postrer aliento sale unido á la respiracion del suyo (1).»

Murió el Cardenal Don Bartolomé de la Cueva á últimos de Junio de 1562 y fué enterrado en la iglesia de Santiago de la nación española en Roma, donde se ve todavía su sepulcro.

El Dr. D. Francisco de la Cueva, perteneciente á esta familia, fué arcipreste de Daroca, y el rey Don Felipe II le envió á Roma para tratar de asuntos árduos y difíciles relativos á España, en cuya comisión demostró relevantes dotes de talento político (2).

Por lo que se refieren á Navarra, merecen ser citados también en este lugar dos individuos de la casa de Alburquerque de los cuales ha quedado en Pamplona grata memoria. Tales son

Don Beltrán de la Cueva, tercer duque de Alburquerque, fué nombrado Virrey y Capitán General de Navarra por el príncipe Don Felipe, en ausencia del Emperador su padre (3), por cédula firmada en Madrid á 11 de Junio de 1552. Gobernó este Reino por espacio de siete años con gran solicitud y acierto, como antes lo había hecho siendo Capitán General de Guipúzcoa (4). Dirigió varias de las obras de for

(1) Cienfuegos, Vida del Grande San Francisco de Borja, lib. IV, capítulo XXIV, párrafo I, pág. 307.

(2) Le cita Fr. Lamberto de Zaragoza en su Theatro histórico de las Iglesias del Reyno de Aragon, tom. II, pág. XII de la dedicatoria. (Pamplona, 1780.)

(3) Archivo de la Cámara de Comptos, lib. 2.o, fol. 228 de Mercedes Reales.

(4) Este año tubo principio el Gobierno del Duque de Alburquerque virrey de Nauarra que primero habia sido Capitan General de Guipuzcoa i goberno aquellas armas con el valor y reputacion contra los franceses que abemos scripto, y a nauarra con satisfaccion general.»- Historia MS. de los Serenissimos y Xpianissimos Reyes de nauarra por el Doctor Don Martin de

tificaciones de Pamplona (1), presidió en nombre del Rey las Cortes que se celebraron en 1556 en la ciudad de Estella (2) y en 1558 en la de Tudela (3), proveyó al Reino de ordenanzas, leyes de visita y pragmáticas (4) y se condujo, en fin, con tal prudencia en el desempeño de su cargo que, al decir de algún historiador, se captó la satisfacción de todos. Murió en Toledo (5) en Febrero de 1560, sucediéndole en el cargo de Virrey su hijo.

Argayz y Antillon, Prior y Canonigo de la Santa Iglesia Cathedral de Pamplona y Cathedratico de Escriptura en ella, pág. 1059.—Esta importantísima obra, anterior á los Anales del P. Moret, forma un grueso volumen en folio mayor de 1140 págs. y abraza hasta el fin del reinado de Felipe II.

(1) Así lo recuerda, además de la multitud de documentos existentes en nuestros Archivos, la inscripción que se lee en el portal de Francia encima del arco segundo de entrada, donde debajo del escudo Real de España dice:

DVCE BELTRAMO

ALBVRQVERQVE. 1553.

(2) Quaderno de Leyes, Ordenanças y Provisiones, hechas a suplicacion de los tres Estados del Reyno de Nauarra, por la Magestad Real del Rey Don Phelipe nuestro Señor: o en su nombre, por el Illustrissimo Señor Don Beltran de la Cueua, Duque de Alburquerque, Conde de Ledesma y de Huelma; Señor de las villas de Cuellar, Monbeltran, y la Codosera: Visorey, y Capitan General del dicho Reyno de Nauarra, sus fronteras y comarcas: con acuerdo de los del Consejo Real, que con el residen: este año de Mil, quinientos y cinquenta y seys: en las Cortes generales que en el dicho Reyno se han celebrado, llamamiento del dicho Señor Duque Visorey: sobre las cosas muy vtiles y necessarias á la Republica del dicho Reyno, en la Ciudad de Stella.-Stella, M. D. LVI.

por

(3) Quaderno de Leyes, Ordenanças, y Provisiones, hechas a suplicacion de los tres Estados del Reyno de Nauarra por la Magestad Real del Rey Don Phelipe nuestro Señor: o en su nombre por el Illustrissimo Señor Don Beltran de la Cueua, Duque de Alburquerque.... este Año de Mil, quinientos, y cinquenta y ocho: en las Cortes generales que en el dicho Reyno se han celebrado.... en la Ciudad de Tudela.-Stella, M. D. LVIII.

(4) Las Ordenanças, leyes de visita, y aranzeles, pregmaticas, reparos de agrauio, et otras provisiones Reales del Reyno de Nauarra, impressas por mandado de su Mag. del Rey Don Phelippe nuestro señor, y del Illustrissimo Duque de Alburquerque su Vi orrey en su nombre.... Estella, M. D. LVII.

Libro segundo. Las Pregmaticas, Leyes, et otras Provisiones del Reyno de Nauarra, concedidas por las Reales Magestades de los Catholicos Reyes Don Fernando, y Don Carlos, y Doña Ioana su madre, y Don Phelippe y por sus Visorreyes en su nombre: a peticion de los tres estados del dicho Reyno: para la buena gouernacion del, y breue administracion de la Iusticia: bien y fielmente sacadas del libro general de los dichos estados, lo substancial dellas: quitada toda superfluidad, variedad y contrariedad. Impressas por mandado de su Magestad del Rey Don Phelippe nuestro Señor, y del Illustrissimo Duque de Alburquerque su Visorrey en su nombre.... Estella, M. D. LVII.

(5) Item en veynte y tres de hebrero del dicho año de sesenta embio a Rogar al Regimiento el señor don grabiel de la cueba teniente de virrey para que se hallasse en las exequias y honrras del duque de alburquerque

« ZurückWeiter »