Havia dado Circè al Rey su esposo veneno sin razon, en que descubre el alma de su pecho cauteloso: y que el sol con ser tan claro a Circe encubre; la sombra de un hombre poderoso, claro en linage, mil delitos cubre: pues muchas cosas de sufrirse duras la misma claridad las hace escuras. No le recibe en nitido palacio, dorado signo, que humillando el vuelo, nueva Eclyptica forma, nuevo espacio entre los pezes de la mar y el cielo. Temió Circe el furor del Rey Sarmacio, llamando al claro sol que estaba en Delo: temióle con razon, porque sucede odio al amor, quando el agravio excede. Que haviendose con ella desposado por hermosura humana y luz divina, fue quererle matar enamorado del linage: del sol bajeza indina: un monte que Pyramide elevado el rostro de la luna determina, verde gigante al sol bañado en plata, de sus eclypses el Dragon retrata. De marmoles y jaspes guarnecido ocupa de la Isla tanta parte, que de pequeñas margenes ceñido darle no pudo habitacion el arte: Circe en su centro, ya de fieras nido, sus palacios esplendidos reparte, que por la natural arquitectura fundó la artificiosa compostura. So Sobre marmoles blancos, que al Indiano quanto permite el arte en diestra mano, que en pardas nubes escondió la frente: que la sombra del mar por gran distancia obligaba a mirar tanta arrogancia. Y como mas el monte al vespertino crepusculo la sombra dilataba, por ella Ulysses a la margen vino, y que el arena entre cespedes formaba, a Eurylocho mandó, sabio y valiente, que el verde monte penetrar intente. Apenas con sus Griegos compañeros selectos de los otros desembarca, quando cercado de animales fieros temió el rigor de la vecina Parca: pero al sacar los fulgidos azeros viendo en las olas fluctuar la barca, los que temió llegar armados de ira, postrados a sus pies humildes mira. B 2 II ΑΙ Al umbral de la puerta las criadas les muestran los palacios donde viven, es Venus de aquel mar, del sol estella. Su gente aníma Eurylocho engañado a ver a Circe en tanto mal dispuesto, que a quien grandes desdichas ha passado, la esperanza del bien le engaña presto. Hallan los Griegos en un alto estrado de alfombras ricas de Zeylan compuesto la bella Circe con Real decoro, quitando como el sol la gloria al oro. Las piedras del dosel y las figuras, con los vestidos varios en colores, suplieran en las noches mas escuras de la corona Austral los resplandores. Lagrimas densas del Aurora en puras conchas del mar abiertas, como en flores, pendian por los hilos de oro al suelo, hurtando lustre al sol, cristal al yelo. Circe de Regia purpura vestida, sembrada de azucenas de diamantes, Eran Eran los ojos esmeraldas vivas, qual no las vio jamas el Gange Indiano, el nacar que en clavel condensa el yelo, tal vez con perlas a bordar su grana. o por manifestar barbara el alma! Eu Eurylocho mirando finalmente la bella Circe, al suelo derribado, el Griego Ulysses, Capitan valiente, reliquia del heroyco y desdichado exercito, por quien yace en la arena Troya con Paris robador de Elena: Llega a tu monte en una nave solo, despues de mil naufragios y desvelos, con que ha visto del uno al otro polo tantos diversos mares, tantos cielos: assi los rayos de tu padre Apolo adoren Delphos, y respeten Delos, que de su error, que de su mal te duelas, que ni armas tiene ya, jarcias, ni velas. Ampara un Rey que en Ithaca y Zaquinto tuvo tan alto Imperio, porque vuelva al mar de Grecia deste mar distinto, antes que el fiero Boreas le revuelva: dejó por el undoso laberinto de Griegas naves una blanca selva: duelete de sus hijos y su esposa años ausente, poca edad, y hermosa. Aun él no sabe que su ilustre casa ocupan hoy villanos pretendientes, cuya libre aficion su hacienda abrasa, que a todo estan sujetos los ausentes: ignora como dueño lo que passa, y sabe los agenos accidentes: que esta es la causa, porque muchos vienen a hablar en faltas que ellos mismos tienen. No |