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bate para las calendas de Mayo; dia en que se cumplia el octavo año del reinado de Maximino. Este príncipe se adelantó un dia al término señalado, colocando su ejército desde la madrugada en órden de batalla, para poder celebrar al dia siguiente con mayor pompa el aniversario de su exaltacion al trono. Tan seguro así estaba de la victoria. Advertido Licinio del movimiento de su enemigo, puso en órden sus tropas y las condujo al combate. Quedaban los dos ejércitos separados por una llanura estéril, llamada Serena. Cuando se avistaron, los soldados de Licinio dejaron los cascos, pusieron en tierra los escudos, y levantando las manos al cielo, con sus gefes á la cabeza, repitieron en alta voz la oracion que el emperador les enseñó. Tres veces seguidas hicieron lo mismo, con un murmullo que llegó á las filas enemigas: despues de esto los soldados llenos de ardor, volvieron á tomar sus cascos y sus escudos. Solicitó Licinio un arreglo, pero Maximino se negó á él. Menospreciaba á su contrario por avaro, y creia que él con sus profusiones ganaria fácilmente su ejército, y le obligaria á unirse al suyo, para marchar contra Constantino, con esperanza de buen éxito.

Empeñado por fin el combate, los soldados de Licinio acometieron á sus enemigos con furor; estos aterrorizados no se atrevian á sacar sus espadas, ni lanzar sus dardos. En vano Maximino, acercándose á los batallones contrarios, procuró atraérselos con súplicas y promesas. Nadie le oyó, y al ver que se destacaba á su encuentro un cuerpo de caballería, tuvo que retirarse entre los suyos, y presenciar la impune y completa destruccion de su ejército, por un corto número de enemigos. Todos los soldados de Maximino olvidaron su deber, su gloria y las antiguas recompensas que habian recibido; parecia que habian venido á entregarse voluntariamente á la muerte, mas bien que á combatir. Tanto era el ascediente que Dios concedió sobre ellos á sus enemigos. Quedó el campo cubierto de cadáveres, y Maximino, burlado en sus esperanzas, dejó la púrpura, y disfrazado de esclavo pasó la mar. La mayor parte de sus soldados murió; otros se rindieron al vencedor y los restantes buscaron su salvacion en la fuga, á ejemplo de su emperador, que en un dia y dos noches llegó á Nicomedia, distante del lugar del combate ciento sesenta millas. De allí se dirigió al Oriente con su mujer, sus hijos y algunos oficiales, y detúvose al fin en Capadocia, donde volvió á tomar la púrpura y reunió los restos de su ejército con las tropas que le habian llegado de Oriente.

Licinio pasó á Bitinia algunos dias despues de la batalla, distribuyendo antes en diversos cuarteles, los soldados enemigos, que se habian pasado á sus banderas. Al llegar á Nicomedia dió gracias á Dios, como Autor de la victoria que habia alcanzado. En los idus de Junio (el dia 13) siendo Cónsules él y Constantino por la tercera vez, publicaron un edicto para el restablecimiento de la Iglesia, dirigido al presidente de Nicomedia.

1 Sesenta leguas.

[Concluirá.]

Por la insercion.-JOSE APOLinario Perez.

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DON RODRIGO.

SONETO.

Dedicado á mi amigo el Sr. D. José Joaquin Pesado.

Despreciando Rodrigo á su Ejilona,
Disfruta de Florinda los favores;
Lo sabe Don Julian, y en sus furores,
Vengarse de su rey solo ambiciona.

Traidor, abre el estrecho que eslabona
El África á la España, é invasores
Se presentan los moros lidiadores
A conquistar de Iberia la corona.

Trábase la contienda en que arremete
Tarif el bravo con feroz encono;
Rodrigo le resiste y le acomete

Sin que pueda culparse su abandono;
Mas vencido en el turbio Guadalete
Pierde la vida y el honor y

el trono.

JOSE GONZALEZ DE LA TORRE.

LA IGLESIA DE SAN AGUSTIN DE MEXICO.

SABIDO es que la religion de este nombre tuvo orígen en una sociedad de ermitaños fundada en Tagaste, por San Agustin, el pecador arrepentido, el mortal inflamado en amor divino, el autor de las "Confesiones" y de la "Ciudad de Dios," en una palabra, uno de los mas grandes santos á quienes la Iglesia católica venera en sus altares. Aquellos religiosos fueron reunidos en un solo cuerpo en 1256 por Alejandro IV, y tuvieron por primer general de la Orden á Laufranco Septala, nativo de Milan. Dividióse la Orden en diversas ramas, como las de religiosos de San Pablo, monjes gerónimos, religiosos de Santa Brígida, &c., lo cual dió orígen á la reforma de los agustinos descalzos, aprobada por el capítulo de Toledo en 1574, é introducida en España por el ex-provincial de los agustinos mayores, Fr. Luis de Leon.

El dia 7 de Junio de 1533 entraron en México los primeros siete religiosos de la Orden de San Agustin con el objeto de establecerla en

la Nueva España, trayendo de prelado con el título de vicario provincial al padre Fr. Francisco de la Cruz: se hospedaron en el convento de Santo Domingo, donde permanecieron cuarenta dias, mientras la real audiencia les señaló para la fundacion de su convento un sitio en la parte meridional de la ciudad, llamado por los naturales Soquipan, que significa cenagoso: éralo el sitio en efecto, á causa de un manantial de agua que en él habia, y hasta la fecha vemos que el atrio del convento se aniega con frecuencia, algunas veces sin que las lluvias sean causa aparente de ello.

Para la fábrica de su iglesia y convento el emperador Cárlos V mandó dar á los agustinos 162,000 pesos. El dia 28 de Agosto de 1541 pusieron la primera piedra el virey Don Antonio de Mendoza, la segunda el arzobispo Don Fr. Juan de Zumárraga, la tercera el prior de Santo Domingo, la cuarta el guardian de San Francisco y la quinta el vicario provincial de San Agustin.

La provincia al principio solo se llamó Congregacion Agustiniana del Santísimo Nombre de Jesus, y permaneció unida á la provincia de Castilla hasta 1543 en que comenzó á constituir provincia separada, lo cual dió lugar á rivalidades y disputas de jurisdiccion, que al cabo fueron definitivamente resueltas en favor de los agustinos de México por Clemente VIII en Breve de 24 de Julio de 1592.

Terminada la construccion de la iglesia, ésta fué destruida por un incendio en la noche del 11 de Diciembre de 1676. En una de las crónicas contemporáneas se lee lo siguiente acerca del citado incendio: "Viérnes once de Diciembre de 1676, á las siete de la noche, con ocasion de celebrar la aparicion de Nuestra Señora de Guadalupe, se prendió fuego por la plomada del reloj en la iglesia del convento de San Agustin, y en dos horas se quemó toda la iglesia y altares; fué noche fúnebre: asistió su Divina Majestad Sacramentado con el cabildo, ciudad y audiencia, y el señor arzobispo virey, que se procuró remediar no se quemase todo el convento y cuadras circunvecinas; asistió Jesus Nazareno, y todos los santos de las religiones: concluyóse aquella noche: aunque duró tres dias el fuego, no sucedió muerte ninguna: se fué S. E. á las once de dicha noche."

A consecuencia de dicho incendio se procedió á edificar otra iglesia que es la que existe, situada de Norte á Sur, con dos puertas, una de las cuales mira al occidente y la otra al norte, siendo esta última la principal, por estar situada frente al altar mayor y debajo del coro: consta de tres naves, ocupadas las dos laterales por diez capillas. En la misma direccion de Norte á Sur y junto á la iglesia grande, del lado del Poniente, está la capilla del Orden Tercero, que tambien consta de tres naves, separadas una de otra por arcos y columnas. La forma de la iglesia grande es cuadrada, y en cuanto á su aspecto interior nuestros lectores pueden ver la estampa litográfica que acompaña á estas breves noticias.

Aunque, segun el plan de construccion, el edificio debia tener dos torres iguales, solo está términada una de ellas faltando á la otra sus últimos cuerpos: aquella contiene diversas campanas, entre las cuales llama la atencion una grande esquila recientemente fundida, que no

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