FIESTAS DE DENIA. CANTO I. Uesto que del valor divino vuestro, Pest; gloria de España, honor del siglo nuestro, se hiciera obra mas alta y peregrina, pues no hay pluma sutil ni pincel diestro de mano humana en perfeccion divina; hoy es fuerza cantar otro sujeto, que mira al blanco de este mismo efeto. Aplicad el divino entendimiento al canto humilde por la causa grave, haré cuenta que tengo el cielo atento, de cuyas gracias tanta parte os cabe: no llevará mas favorable el viento dando en la popa la contenta nave, que yo, si tal favor mi canto mueve, que no hablando de vos será mas breve. Tiempo vendrá que diga en otra parte vuestra grandeza heroyca y soberana, ya para el són del belicoso Marte, ya para el exercicio de Diana. Daráme vuestra luz ingenio y arte, con que la fama ya mayor que humana, escriba entre columnas de alabastro Zuñiga, Roxas, Sandoval y Castro, Bbb & Id Id ahora a regir la ciudad rica que os hace, ya que de ella no seais Reyna, de la estraña por meritos Virreyna. Estas fiestas, Señora, justamente os cuento a vos, pues que faltaste dellas por culpa de aquel subito accidente, que pudo entristecer vuestras estrellas. Vereis a Denia coronar la frente Philipo y Isabel con plantas' bellas, que tanto la humilló para besallas, que en su extremo pudieron estampallas, Vereis aquella casa antigua vuestra del primero Marques tan merecida por la batalla insigne, en que hoy se muestra Castilla a Sandoval agradecida, honrada de su Rey en la edad nuestra, y como era razon, favorecida: que la lealtad que siempre alli produxo, le truxo. Sin duda que los huessos Sándovales Sa Sale Phelipo Augusto, gran Señora, de Vergel ya despues de medio dia con la que fue del sol de España Aurora, y las hermosas Damas que trahia: píntase el campo, el ayre se enamora, que ya la nueva Primavera envia, cantan las aves esparciendo amores, que es bien que del vergel salgan las flores. Iba a caballo el Alexandro nuevo, de aquella edad el Magno venció a Thebas, y la fama del inclito mancebo dando de su valor mayores nuevas: por largo espacio de su sombra ociosa, y el Austro, que ha llovido, sol espera Con Con gallardo compas hiriendo el suelo iban los palafrenes de las Damas, Atlante cada qual de un nuevo cielo, y mas que los del sol vertiendo llamas: suspendian los pajaros su vuelo, inclinaban los arboles sus ramas, y y para competir con sus colores, antes de su sazon brotaban flores. Alli la antigua madre se remoza, los viejos cabellos reverdece, mirando Doña Juana de Mendoza el campo, que mirandole florece : el cuerpo, gracia, y bizarria que goza, de nueva Primavera le parece, y rompiendo los cespedes del prado, quedó de clavellinas esmaltado. A las dos de Guzman el campo mira justamente arrogante del trofeo, que con Doña Francisca y Doña Elvira bien se pudo igualar al campo Hybleo: Doña Beatriz la tierra y cielo admira, ciega de nuevo amor, nace el deseo, y a honor del nombre ilustre de Cardona de flores el camino se corona. A los hermosos ojos Portugueses de aquella celestial Doña Maria, honra del apellido de Meneses, extremo de hermosura y cortesia, siempre verdes naranjos y cipresses los suyos humillaban a porfia, y la tierra con quadros y colores los pies del palafren cubrió de flores. El El viento con los pajaros se acuerda a hurtar colores de su cara hermosa, el apellido de Hijar los ha dado, y inmortaliza el nombre de Mexia, solo se viera en tan hermosa Dama; y el oro y plata, el fuego y nieve fria, que del cabello y frente se derrama, solo juntára Doña Luisa Osorio, prendas del cielo y su valor notorio. Al |