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Era ya

la sazon, en que se via el arco Austral de la corona hermoso, que con sus quatro estrellas difundia los rayos de su imperio luminoso: quando Philemo Achayo, que tenia zelos de Palamedes belicoso,

por no atreverse a desnudar la espada, a Ulysses dixo con la lengua ayrada: Hasta quando presumes, fuerte Griego, de la patria vivir tan olvidado?

Años ha ya desde el Troyano fuego, que vives por los mares desterrado. ¿Es possible que tienes por sossiego tan triste, injusto y miserable estado, vencido de una hermosa encantadora, que te lleva a la muerte de hora en hora? Conozco tu virtud y resistencia,

pero no lo dirá despues la fama, que la conformidad y la assistencia, aunque sin obras, la opinion disfama. ¿Qué puede prometer tan larga ausencia de tu querida esposa, que te llama? Mira que la memoria con los años se rinde facilmente a los engaños. No digo yo que no eres tu dichoso entre quantos ausentes no lo han sido; mas para la inquietud de ser zeloso basta el temor, si no es agravio olvido: repara en que Telemacho amoroso apenas puede haverte conocido: dejale Ulysses, que te llame padre, como esposo Penelope, su madre.

ΕΙ

El peligro tambien, si alguno intenta decir, que ya eres muerto, con engaño, y la fama del mal, que siempre aumenta las nuevas, que han de ser para mas daño: quando no surta en deshonor y afrenta, alegando la fama al desengaño, podrá casarse, y ocupar tu cama varon de mas presencia, y menos fama. ¿Qué quieres de nosotros desdichados, por tanta tierra y tanto mar perdidos? ya muertos de Antiphates anegados, ya de un gigante barbaro comidos: no todos hallarémos bien casados los lechos despreciados defendidos, quando dichoso tu la patria pises : no son todas Penelopes, Ulysses. Alguno podrá ser que halle en su casa hermanos de sus hijos, sin ser suyos, cuya memoria imaginada abrasa, de que seguros vivirán los tuyos: bien sabes tu lo que en ausencias pasa, no permitas hallar, sin saber cuyos, parientes de los hijos tan cercanos,

que no seas padre, y ellos sean hermanos. Vuelve a la patria, y deja el ocio infame de esta hechicera vil y sus conjuros, aunque presa de amor provoque y llame contra tí los espiritus impuros:

no quieras que otro hybierno ayrado brame
el cierzo aquilonal entre sus muros,

que bien podrás vencer con tu prudencia
su amor, si no es fatal su resistencia.

Ulys

Ulysses conociendo que Philemo
le aconsejaba bien, aunque ignoraba
que eran zelos de Lysis, que en extremo
desde el instante que la vió, la amaba:
de Antiphates crüel y Polyphemo
el peligro menor imaginaba,

que estar de Circe en la prision cautivo, muerto a la fama, y a la infamia vivo. Entró luego en la quadra, en que dormia, que no la resistieron las criadas,

que aunque era novedad, no era osadia, assi todas estaban enseñadas.

Abrió los ojos Circe, tuvo el dia

mas sol, mas oro, y vieronse adornadas
las cortinas de luz resplandeciente,
como al nacer del sol el rojo Oriente.
Circe tenia en el marfil un velo
trasparente y sutil, que descubria
nieve animada, como muestra el suelo
con arena de plata fuente fria:
tal suele puro arroyo a medio hielo,
que por nevados marmoles corria:
las anchas mangas descubrian los brazos,
todo prision de amor, redes y lazos.
La garganta bellisima coronan

los thesoros del Sur, que afrenta fueran
de los que tanto de Cleopatra abonan
la hazaña, que otras plumas vituperan:
los cabellos undivagos perdonan
(como eran rizos, como soles eran)
el adorno al diamante, que distinta
los prende junto al cuello breve cinta.

¿Qué

¿Qué quieres, dixo, dulce ingrato mio?
¿por dicha tu desden mudó semblante?
¿rindióse ya tu desdeñoso brio?

labró mi sangre tu feroz diamante ?
Si ya cessó el rigor de tu desvio,
no desconfie despreciado amante:
pues yo te tengo, quando tal estuve,
que ni aun señales de esperanza tuve.
Diciendo assi, los blancos brazos luego
extiende al cuello de su amado ingrato;
mas detenidos, suspendióse al ruego
de Ulysses, retirada a mas recato.
No vengo, dixo, de amoroso fuego
vencido, o Circe, ni por largo trato,
ni por obligacion a tu hermosura,
donde no huviera libertad segura.
Yo te amo con aquel conocimiento,
que debo a tu belleza soberana,

y a tu divino y claro entendimiento, indigno de admitir passion humana. Eres hija del sol, que vive essento de toda mancha y opression tirana: en ti sus limpios rayos acrisola, que por hija del sol te llaman sola. Piedad me trahe de mis tristes Griegos, que la patria desterrados, desde que vieron en los Teucros fuegos de Troya los Penates abrasados: pidieronme con lagrimas y ruegos, de sus hijos y esposas obligados, que te pidiesse esta licencia justa, Circe, si tu Deidad no se disgusta. Tom. III.

lloran

por

L

Ya

Ya sabes mis trabajos, ya mis penas, ya mis destierros te conté, Señora, por puertos de tan barbaras arenas, que ni las

peyna el mar, ni el sol las dora: quando rompió de Troya las almenas la maquina de Palas vencedora, debiera morir: que

yo

aborrecida

es larga muerte dilatar la vida. Quando en el vientre horrisono estuvimos del preñado caballo cien soldados, como suelen estar en los racimos los granos ya maduros apretados: la fiera lanza de Laocoon sentimos, sonando los arboles dorados

y

dió tan cerca de mi, que si passára, la vida que desprecio, me quitára. Faltárale sujeto a la fortuna

para lucir şin mi, si alli muriera,
yo descansára sin ofensa alguna,
y ella la fama, que le dí, perdiera:
hallára yo de tantas muertes una,
que dulce fin a mis trabajos diera:
pues no hay rigor, Señora, mas ayrado,
que hacer vivir por fuerza un desdichado.
penas faltan ya para matarme?

¿Qué

¿qué agravios, qué rigor para ofenderme?
¿qué enemigo ha dejado de probarme?
¿qué amigo se ha olvidado de venderme?
Penelope cansada de aguardarme,
con esperanza de mis brazos duerme:
pero quando es tan larga la esperanza,
sucede a gran firmeza gran mudanza.

Sa

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