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grey que apacienta y le es encomendada, que lo mira como digno de mejor suerte. Acaso el desafecto de algunos nace de que tenga tanta. Tal vez no merecerá el aprecio de la Iglesia anglicana; pero este será su mayor elogio. Si alguno se ha olvidado de su deber, este será como la escoria á quien siempre mirará la nacion con el horror que le inspira. Conclusion.

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Mientras, pues, la Sociedad Bíblica inglesa canse sus prensas y tape sus oidos á cuanto acabo de sentar, no deberá llevar á mal se desentiendan y se mofen los españoles de sus inútiles empresas. El mas estúpido de ellos se levantará para condenar á esta generacion perversa, y con su esforzada voz tendrá el incontestable derecho a decirles: «Dejaos de vuestras Biblias: id, y ved si especulais mejor y sois mas afortunados en los adelantos de vuestra industria. No; no penseis que se muda por nosotros de creencia como se muda de vestido. No penseis que es este algun género de comercio como el de la loza y quincalla, que es susceptible de reformas. Tocarla es destruirla. Oid si quereis á aquel que dijo: Yo el Señor, y no me mudo. Cómo! no escuchais vosotros al Vicario de Jesus, y ¿pretendeis se os oiga y crea sin mas garantias en vuestra mision que por vuestra palabra? Si esa es vuestra táctica religiosa, sabed que nosotros no tenemos tal costumbre. Nos hallamos reunidos por los dogmas de una fe, un Dios, un bautismo, un Gefe, intérprete infalible de aquellos, y quereis uncirnos á tirar del carro de vuestras disensiones sin fin, perdiendo asi la fe y las costumbres, haciendo aparecer tantas religiones y dioses como hombres? Se han casi triplicado los delitos y facinerosos en vuestra patria despues de establecidas vuestras sociedades, ¿y quereis arrancarnos el muelle, el mas poderoso resorte para sumergirnos y sepultarnos en un caos de desorden y de muerte? Oh misio

neros estravagantes! ¿á qué Iglesia perteneceis? y por qué usurpais malamente este nombre? Os llamais Iglesia, y no sois mas que piedras dispersas y arrojadas á la ventura. Venid, venid pues á vuestra Madre, que os aguarda impaciente; apresuraos; miradla bien: ¿no la conoceis por esos rasgos y señas? Donde está Pedro alli se encuentra (1). Lo sois vosotros? Por esos grandes sacudimientos que se lanzan y embisten á esa que teneis, ¿no presentís desplomarse insensiblemente y bambolearse como un borracho que ha perdido el tino y el juicio, retirarse y hacer lugar la Iglesia de la ley á la Iglesia de Dios, y correr apresurados los pueblos de los incircuncisos á adorar y ofrecer dones en Jerusalen, la ciudad eterna? Quitad esa piedra; quitad esos intereses ruines y viles que ahogan y obstruyen los gritos que nacen del fondo de vosotros mismos; y esos Lázaros muertos y asquerosos que hieden ya en medio de los gusanos de la tumba, oirán la dulce nora voz con que Jesus los llama y dice: salid afuera (2). Haced pues el último esfuerzo. ¿A qué seduciros á vosotros mismos? Acabadles de desatar y romper esas prisiones y ataduras; rasgad la venda densa que cubre sus ojos, y dejadlos correr sin demora al redil, al rebaño de Jesus. Las naciones todas de la tierra darán palmadas con sus manos llenas de alborozo; el cielo ostentará con su semblante risueño, y bendecirá vuestros conatos, coronando tambien vuestros triunfos; el germen de discordia huirá abochornado á hundirse en sus sepulcros infernales, y todo el mundo asombrado, entonará con júbilo y entusiasmo aquella dulce cancion de amor: Oh! y qué placer tan delicioso vivir los hermanos en mútua union (3)!

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(1) S. Franc. Sales. (2) Joan. 11. v. 43. (3) Ps. 132. v. I.

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que amenazan á la España con el Metodismo, y su remedio.

Si toda persona amante de la felicidad patria debe acatar con el mas profundo respeto las providencias de la autoridad pública, siempre que no se opongan á las leyes; tambien es cierto que todo súbdito tiene derecho á prevenir á la misma autoridad la ilegalidad de sus mandatos ó su insuficiencia, si las medidas que adopta para remediar los males de gravedad que afectan los intereses vitales de la patria son ineficaces, incompletas y acaso perjudiciales al comun bienestar. Sin faltar, pues, á la veneracion que nos gloriamos de tributar á S. M., á quien contemplamos con justicia y con placer resuelta á poner en ejecucion cuanto los Consejeros de la Corona la propongan relativo á la conservacion de la Religion Católica-Apostólica-Romana en sus dominios, no podemos prescindir de llamar la atencion del Sr. Ministro de la Gobernacion, para escitarlo á que medite bien la trascendencia de la Real orden dirigida al Sr. Gefe Político de Cádiz por su antecesor el Sr. Hompanera, acerca de la propagacion de doctrinas anti-católicas que en dicha ciudad estaba haciendo el hereje metodista inglés M. Rule.

El mal es grave, gravísimo, urgente y de resultados infinitos: han debido en consecuencia adoptarse medidas prontas, enérgicas y capaces de cortar de raiz

este mal, como justamente decia el Castellano sobre el suceso del otro predicante de Guadalajara, y no andarse con paños calientes, espidiendo una Real orden por cumplir ó para cubrir el espediente. Interesa el trono de Isabel II, dice el referido periódico, y el porvenir entero de esta desventurada nacion, añadimos nosotros. Es verdad que S. E. contestó muy pronto al Sr. Gefe Político; pero ¿lo hizo bien? lo ha practicado cumplidamente? ó al contrario, ¿lo ha ejecutado aplicando tan solo paliativos ó paños calientes? ¿Ha dictado acaso, contra su intencion, una providencia que sea perjudicial ó nociva? Este último estremo es el que juzgamos resultado necesario de la Real orden: Ojalá que oidas nuestras razones aplique el Gobierno el remedio que corresponde, reformándola, ó mas bien dictando desde luego y haciendo ejecutar activas providencias. Mas para que nuestros asertos é indicaciones no sean reputados como esclamaciones de un iluso, insertamos por principio la Real orden; seguirá una noticia, aunque lijera, del Metodismo, y se concluirá con las reflexiones que estos antecedentes arrojarán de sí, á fin de que cualesquiera pueda convencerse plenamente de que el tratar con indulgencia, benignidad, tolerancia, ó lo que hoy se llama filantropia, á estos sectarios, es querer perder para siempre esta desgraciada nacion.

Real orden, segun se halla inserta en el Correo Nacional de 24 de mayo de 1839.

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Ministerio de la Gobernacion de la Península. Seccion 4. He dado cuenta á S. M. la Reina Gobernadora de la comunicacion de V. S. fecha 23 del corriente, relativa al clérigo inglés metodista M. Rule, el cual, con criminal tenacidad, pretende propagar en esa capital sus doctrinas, valiéndose, ya de la predica

cion, ya de la enseñanza. Enterada S. M., se ha servido aprobar todas las determinaciones de V. S. en este grave negocio; y á fin de precaver los males que pudieran resultar à España de permitir que se introdujesen en ella nuevos gérmenes de discordia, ha tenido á bien mandar que se prohiba á M. Rule abrir toda clase de establecimiento, ya sea escuela de instruccion primaria, ya colegio de humanidades ú otro en que, directamente por sí, ó por personas que esten bajo su influencia, pueda sembrar doctrinas contrarias à nuestra unidad religiosa. Es asimismo la voluntad de S. M. que no se permita por ningun pretesto á dicho Rule tener en su casa reuniones, conferencias y predicaciones; y que si apesar de esta prohibicion sigue verificando semejantes ejercicios contrarios á nuestra creencia y à nuestras leyes, previo el oportuno espediente en que esten bien justificados los hechos, le haga V. S. salir de la provincia. Ultimamente, quiere S. M. que encargue V. S. á las comisiones de instruccion primaria vigilen con el mayor esmero todas las escuelas de su distrito para evitar que se introduzca en ellas la enseñanza de las doctrinas que con tanto empeño procura difundir este fanȧtico sectario. - De Real orden lo comunico á V. S. para su inteligencia y efectos correspondientes.-Dios guarde á V. S. muchos años. Madrid 30 de abril de 1839.-Hompanera de Cos. Señor Gefe Político de Cádiz.

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Breve noticia del Metodismo, tomada del Ensayo de La-Mennais sobre la indiferencia en materia de Religion, y de la Escelencia de la Religion Católica, por Minler.

Citamos á estos dos estrangeros contemporáneos, para que no se nos tache de fanáticos, ignorantes

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